Con esta exposición iniciamos una trayectoria de revisión de los géneros pictóricos desde la contemporaneidad. Seguimos así con la línea abierta de establecer fructíferos diálogos entre el arte histórico y el actual. El recorrido de la muestra se ha estructurado en cinco miradas sobre el paisaje. Empezamos con el paisaje de viajes, con la búsqueda de lo desconocido y exótico, pero también en cómo nos sorprendemos al percibir de una manera diferente el entorno cotidiano. Los conceptos de la sensación de inmensidad ante un paisaje, lo sublime, y la atención pintoresca del singular, son así presentes. Pero toda mirada está mediatizada por la memoria, por eso incluimos este bloque, el paisajes del tiempo y la memoria, que muestra el paisaje como testimonio del paso del tiempo y como representación evocadora de la historia y de las historias que las imágenes sugieren. En este sentido, no puede faltar una inclusión del concepto de ruina.
El itinerario de la exposición sigue con el paisaje imaginario. Teniendo en cuenta que casi todo el paisaje hasta el siglo XIX era una reconstrucción ideal de apuntes y, la mayoría de veces, su fuente eran los grabados que circulaban sobre arquitecturas y paisajes vistos e imaginados. En el panorama actual este tipo de paisaje está presente sobre todo en la poética surrealista, pero también en otros de carácter metafísico y, en general, en todas aquellas que construyen un paisaje a partir de un juego combinatorio o de una invención personal. Desde el imaginario se hace una incursión en el paisaje interior, entendido no sólo como la gran tradición de espacios interiores, sino como una incursión en el espacio interior del proceder de cada artista, en su poética singular. Finalmente, nuestro viaje finaliza con el paisaje escenográfico, porque en el fondo, todo paisaje es una puesta en escena, un orden construido por nuestra percepción de ese fluir constante que se nos presenta en el devenir de la naturaleza. La fijación del punto de vista perspectivo fue el inicio de toda una gran tradición de representaciones escenográficas. Hemos trazado unas breves notas, casi al azar, de todo lo que se puede descubrir en esta nueva exposición que presentamos. Tan sólo nos queda invitarles a compartir este rico mundo visual, y ver como las ventanas no sólo están abiertas al exterior, sino además en el interior de de arte.
La ciudad dibujada
2003
Inicio de laberinto
2004
La casa desaparecida
La casa desaparecida
Paisatge
c. 1918
Paisaje
c. 1915
Audición en el teatro Gayarre
1905 – 1910
Ronda, Andalucía
1923
Paisaje fluvial con ruinas
Los espectadores
c. 1903
Acto espacial
Ventana central
1972
Construcción. México 14
1979
Pequeño cráter 15
2004
La torre de Babel
Cotlliure, 1975
Sin título
1953
Espacio verde
1977
Vídeo de la ponencia de Albert Esteve