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Biografia
Marià Fortuny fue uno de los artistas españoles con mayor influencia en la pintura desde la muerte de Goya hasta el comienzo del siglo XIX. Su formación académica empezó en la Escuela de Arte Municipal de Reus, donde el pintor Domènec Soberano (1825-1909) le acercó al mundo de las litografías. Con su condiscípulo Josep Tapiró (1836-1913) abordó la pintura de paisaje y entró en contacto con las composiciones pictóricas nazarenas, que profundizaría durante su estancia en Barcelona donde se trasladó en 1850. Tras entrar en el taller del escultor Domènec Talarn (1812-1902), logró acceder a la Escuela de Bellas Artes de la Lonja donde sus maestros Pablo Milà (1810-1883) y Claudi Lorenzale (1814-1889) le influenciaron hacia un dibujo rígido de las figuras y la tendencia romántica. Por otra parte, con Luis Rigalt (1814-1894) ahondó la pintura de paisaje, ya explorada de manera más libre en su ciudad natal. En esta primera etapa de su producción artística se percibe la personalidad de un artista poliédrico, maestro en una pluralidad de orientaciones estilísticas y capaz de destacarse en un amplio abanico de técnicas.
En 1858 Fortuny entró en la Academia Chigi en Roma y se dedicó al estudio y realización de modelos al natural. La evolución de su estilo renovador y el firme dominio de la técnica es visible sobre todo en el dibujo, más fino y preciso. 1860 es un año crucial para su desarrollo artístico porque, tras recibir un importante encargo sobre las Guerra hispano-marroquí por la Diputación de Barcelona, el artista decidió viajar a Marruecos al fin de estudiar escenarios y realizar bocetos al natural. Esta experiencia marcó profundamente su manera de observar y captar la realidad: la atención al dibujo siguió presente, pero en segundo plano respecto al interés por el luminismo y las atmósferas suscitado por el paisaje oriental y la luz africana. Así, el toque de pincel rápido y abocetado, el fuerte claroscuro y una paleta de colores vivos hacen que Fortuny sea considerado como el creador del luminismo en España.
De vuelta a Europa, el artista viajó incansablemente entre las capitales artísticas, visitando sus museos y aprendiendo de los grandes maestros de todas las épocas. En Paris asistió a la renovación de la técnica del aguafuerte, que desde entonces empezó a desarrollar, deviniendo así uno de los máximos representantes españoles de la misma. Entre 1863-1868 se dedicó a la producción al natural, en particular visitó Nápoles para conocer la obra de Domenico Morelli (1823-1901) y Filippo Pallizzi (1818-1899), y Florencia, donde posiblemente entró en contacto con los macchiaioli. En 1867 le encontramos en Madrid, donde se casó con Cecilia de Madrazo, hija del pintor Federico de Madrazo, entonces director del Museo del Prado. Viajará otras veces a Marruecos, abordando temas costumbristas y motivos arquitectónico del mundo árabe y tratándolos con la orientación exótica que se pondrá de moda en toda Europa. Los últimos años de su breve vida, cuando su fama ya estaba consolidada, el artista se trasladó a Granada, siempre viajando periódicamente a Paris, Portici (Nápoles) y Roma, donde murió por una úlcera de estómago en noviembre de 1874 con solo 36 años.