abc.es | 27 / 02 / 2022
Galeristas, anticuarios, peritos y responsables de salas de subastas nacionales e internacionales explican a ABC los factores que influyen en la valoración de las piezas.
En uno de los episodios del ‘reality’ de las Kardashian, la matriarca del clan, Kris Jenner, afea a su hija Khloe no reconocer al autor de un perro globo inflable que hay en la estantería de su despacho. « ¡Es un Jeff Koons! Tienes que ir a una clase de arte», la abronca humillándola. Koons es el ‘artista de cabecera’ en la era Kardashian. Como bien dice Will Gompertz, director de Arte de la BBC, «cada generación tiene los artistas que se merece». ¿Podría reconocer Ms. Jenner obras de Tiziano, Velázquez o Goya? Apostaríamos a que no. Para más inri, el supuesto Koons es solo una de las miles de reproducciones que hay en todo el mundo. Esta anécdota demuestra, aparte de que el arte no es el fuerte de las Kardashian, que cada época adora a sus dioses artísticos y ello influye en sus cotizaciones.
Lo cual lleva a preguntarnos: ¿cuánto vale una obra de arte? Lo que alguien esté dispuesto a pagar por ella. El valor de mercado de una pieza lo dictan la oferta y la demanda. Hace unos años le preguntábamos a Miguel Ángel Moratinos cuánto iba a costar la cúpula de Miquel Barceló en la sede de la ONU en Ginebra. «El arte no tiene precio», respondía tramposamente el entonces ministro de Exteriores. Lo tenía, y por cierto era muy elevado.
Hoy cierra sus puertas la 41 edición de ARCO. Aún es pronto para saber los precios más altos alcanzados en la feria. Recientemente, se firmaba el alquiler de la colección Carmen Thyssen: 330 obras, valoradas en más de 1.700 millones de dólares (solo el ‘Mata Mua’, 250 millones). No se ha hecho público quién ha llevado a cabo la tasación. El desglose del valor de cada obra sorprende a algunos especialistas. No tanto el Gauguin como algunos otros lienzos. El próximo 2 de marzo, la sala Abalarte de Madrid sacará a subasta un ‘Retrato de caballero’, atribuido a Velázquez. Su precio estimado: 2,5-3 millones de euros. Para saber quiénes tasan las obras de arte, y sobre todo cómo lo hacen, recurrimos a los galeristas y anticuarios Artur Ramon (Artur Ramon Art, Barcelona) y José Antonio de Urbina (Caylus, Madrid), Jaime Mato (consejero delegado de la sala de subastas Ansorena de Madrid), una representante de una importante sala de subastas internacional, que prefiere mantener el anonimato, y Elisa Hernando, perito y profesora de la Universidad Nebrija en Economía y del Arte y Tasación, fundadora de Arte Global, una asesoría de arte para coleccionistas.
Todos coinciden en que valorar o tasar una obra de arte no es una ciencia exacta. Explican que son muchos los parámetros o factores a tener en cuenta: la atribución a un artista (especialmente en el arte antiguo) -si no hay unanimidad en la autoría, baja considerablemente el precio de una obra e incluso puede quedar invendida-; su calidad, estado de conservación, catalogación y bibliografía, datación en la carrera del artista (hay épocas más y menos cotizadas), la técnica, si está firmada o no, su procedencia (es más valiosa cuanto más pedigrí tenga, cuanto más relevantes hayan sido sus propietarios), si se le ha realizado un estudio técnico, el tamaño (es solo relativo)… La rareza y dificultad de hallar una pieza en el mercado le añade valor. Por ejemplo, las esculturas de Modigliani. Hizo muy pocas y cada vez que sale una a la venta su precio se dispara. Aporta un plus la frescura del mercado. Gusta lo exclusivo: que una pieza lleve tiempo en una colección sin salir al mercado. Si ha estado muchas veces a la venta, su valor baja.
Asimismo, en el valor de una obra de arte influyen las modas. Basquiat es un fenómeno entre los coleccionistas millennials asiáticos y su cotización es prohibitiva. El artista malagueño Javier Calleja también arrasa en Asia. Christie’s vendió ‘Waiting for a while’ por 1,14 millones de dólares. Por contra, la pintura del XVIII se vende hoy a precios ridículos. «Para hacer tasaciones reales es mejor no dejarse influenciar por las modas. Siempre tasamos a medio y largo plazo. Si miras solo a corto plazo y tienes pocas referencias estará la variable de la especulación. En una tasación intento acercarme lo máximo posible al valor real de mercado», comenta Elisa Hernando.
Los movimientos sociales se reflejan en el precio de una obra: «Hoy no es muy difícil vender un cuadro bueno pintado por una mujer. Los precios del arte africano también se han disparado. En las listas de deseos de los museos está la pintura de mujeres y de minorías étnicas», advierte Artur Ramon. Para muestra, Flora Yukhnovich (Norwich, Gran Bretaña, 1990). En 2021, Sotheby’s vendió ‘I’ll Have What She’s Having’ por 2.253.500 libras. Su estimación era de 60.000-80.000 libras. Hay lista de espera en su galería para comprar sus obras. «Los últimos cuadros de Artemisia Gentileschi se han vendido por 3, 4 y 5 millones de euros. Hace diez años valían 300.000. Hay una locura por las obras del africano Abudia. Y el mercado oriental se volvió loco por KAWS, un grafitero que colaboró con Dior. Ahora vale millones», advierte De Urbina. ¿Qué opina del Velázquez que se subasta el martes? «La cabeza es fantástica. Puede ser de Velázquez perfectamente. Lo declararon BIC e inexportable, por algo será. La estimación me parece correctísima».
El año pasado saltaron a la prensa dos casos que nos dejaron ojipláticos. En abril la sala Ansorena de Madrid sacaba a subasta una ‘Coronación de espinas’ del círculo de Ribera. Su precio de salida: 1.500 euros. Es más que probable que sea un ‘Ecce Homo’ de Caravaggio. En noviembre la sala ‘La Suite’ de Barcelona ofrecía un bronce con un precio de salida de 2.400 euros. Figuraba en el catálogo como representación de Vulcano de escuela italiana, siglos XVII-XVIII. Todo apunta a que se trata del río Ganges que Bernini esculpió para la Fuente de los Cuatro Ríos de la Plaza Navona en Roma. En ambos casos, se declararon inexportables y se retiraron antes de la subasta. «En general, el margen de error es bastante pequeño -dice Jaime Mato-. Los museos corrigen a veces la catalogación de sus obras por nuevos estudios e investigaciones. Lo importante es detectarlo antes de que salga a subasta. Fue el caso del Caravaggio. Venía por parte de los propietarios y con indicación del Prado como escuela de Ribera. Fue un poco precipitado meterlo en subasta, llegó muy justo al cierre, pero se detectó antes. Tenemos un equipo de expertos en cada una de las materias que se subastan y se hace una puesta en común entre todos para llegar a consensos».
Los errores no ocurren solo en España. En abril de 2021 Christie’s retiró de una subasta en Nueva York una obra atribuida a Murillo: ‘San Francisco abrazando a Cristo en la Cruz’ no salió a la venta después de que el historiador de arte Pablo Hereza, experto en el artista, pusiera en duda su autoría en las redes sociales. Las obras subastadas en estas grandes casas tienen una garantía de cinco años. Si en este tiempo se demuestra que una pieza se vendió mal atribuida, se cancela la venta. Hace unos años, Christie’s y Sotheby’s se pusieron de acuerdo para pactar las comisiones que cobraban a sus clientes. En EE.UU. es ilegal, va contra el libre mercado.
A la hora de valorar una pieza todos utilizan unas bases de datos del mercado del arte (Artnet y Artprice son las más empleadas), que recogen los resultados de venta pública en las últimas décadas. Se usan para comparar y establecer cuál es la estimación para cada tipo de obras de un artista. Explica José Antonio de Urbina que «hay una valoración de mercado, otra de división de una colección familiar y una tercera de seguro. El valor económico de una obra lo marca el mercado en su momento: una horquilla con una estimación baja y otra alta. Para la división familiar se suele utilizar la estimación media. Para la valoración de seguro, o valor de reposición, se coge la estimación alta más un 50%». Elisa Hernando explica: «Nos piden tasaciones por un tema de herencia, de un seguro, para saber qué valor tiene su patrimonio, porque quieren vender o si la obra que quieren comprar está en el precio correcto. Buscamos referencias de precios en el primer y el segundo mercado. El primer mercado son las galerías, que promocionan, venden y exponen a sus artistas. El segundo mercado, de segunda mano, es el de las subastas, donde las obras ya han salido a la venta al menos una vez. Soy economista y utilizo fórmulas matemáticas y regresiones para llegar a un precio lo más exacto posible, al valor real de mercado».
En caso de que haya un ‘estate’ que represente el legado de un artista, se recurre a él para la expertización de sus trabajos. En el caso de Picasso, la Sucesión Picasso; para Dalí, la Fundación Gala-Salvador Dalí; para Sorolla, su bisnieta Blanca Pons-Sorolla. También se solicita la opinión de los mayores expertos en cada artista y se consultan, de haberlos, los catálogos razonados. Para vender un Picasso es de obligada consulta el Zervos, la biblia picassiana.
Una ley de Patrimonio muy proteccionista
Hay otro parámetro que altera las tasaciones: si el mercado es nacional o internacional. Y aquí aparece el espinoso tema de la ley de Patrimonio español del 85, muy proteccionista. En el caso del ‘Ecce Homo’ atribuido a Caravaggio de los Pérez de Castro (declarado BIC e inexportable), hay bastante consenso entre los especialistas del pintor. En el mercado internacional podría venderse por 100 o 150 millones. En España sería difícil que superase los 25-30 millones. Que sepamos, la obra más cara que se ha comprado en nuestro país fue ‘La condesa de Chinchón’, de Goya, por la que el Estado pagó 4.000 millones de pesetas (unos 25 millones de euros). «Es complicado saber su estimación, porque hace tiempo que no ha salido ningún Caravaggio al mercado», advierte De Urbina.
Cuando hay división de opiniones sobre la autoría de una obra, su precio cae en picado. Es el caso de ‘Judit y Holofernes’, atribuido a Caravaggio. El cuadro, encontrado en 2014 en una buhardilla de Toulouse, podría haber superado los 110 millones, pero fue adquirido por el inversor y coleccionista J. Tomilson Hill por encima de 30 millones de euros, antes de salir a subasta. En Francia, una maestra de Rembrandt, propiedad de la familia Rothschild, fue declarada tesoro nacional. El Estado francés renunció a su adquisición y el cuadro pudo salir del país: Holanda lo compró por 175 millones de euros.
«En España estamos en una situación bastante perjudicial para el mercado del arte y el coleccionismo», dice Artur Ramon. «No se puede ser juez y parte: lo declara inexportable y le pone precio. Es legal, pero desde un punto de vista ético es bastante reprobable y dificulta mucho el flujo del mercado español. En España se entiende el arte como un objeto de lujo. ¿Por qué el libro tiene un IVA reducido y el arte del 21%? Creo que un cuadro está más cerca de un libro que de un coche». «Proteger mucho el mercado tiene ventajas, pero también inconvenientes. Cuanto más libre sea el mercado, mejor para todos», apunta Mato. «Hay que buscar el equilibrio: proteger el patrimonio y el libre mercado», añade Hernando.
A veces hay factores de tipo emocional o coyuntural que hacen que las obras alcancen precios fuera de lo normal. En España, un cuadro de Anglada Camarasa estimado en unos 300.000 euros se remató en más de 3 millones. ¿Qué pasó? «Había dos familiares pujando por la misma obra. Su precio objetivo sería 200.000 o 300.000 euros», advierte Artur Ramon. Un caso que dio la vuelta al mundo fue un ‘Salvator Mundi’, atribuido a Leonardo da Vinci, que se subastó en 2017 en Christie’s Nueva York, pese a las serias dudas sobre su autoría, por 450 millones de dólares. La puja empezó en 70 millones. ¿Por qué subió tanto en unos minutos? Explica De Urbina que, al parecer, el príncipe de Arabia Saudí y el emir de Abu Dabi entraron en una guerra de pujas por teléfono pensando cada cual que el rival era el emir de Qatar, enfrentado con ambos. «Adquirir esa obra era como un trofeo militar», comenta De Urbina. Fortuny, dice, llegó a ser el artista más caro del mundo en 1890. Hoy lo es Da Vinci. ¿Por qué un perro globo de Koons cuesta 60 millones de dólares? «Todo el mundo sabe que es un perro de Jeff Koons. Es como un bolso de Hermès. Sobrepasa la frontera de la obra de arte. Pero Koons colecciona pintura antigua del XVIII y XIX. No se compraría nunca una obra suya».
¿Es mejor tasar al alza o a la baja para generar una guerra de pujas? «En general, si el precio es más bajo y atractivo, despierta mayor interés y las pujas se animan y sube el precio», comenta Jaime Mato. «Hay que ser ecuánimes, porque se puede volver en tu contra. Si se pone una estimación a la baja, es un menosprecio al artista y su obra», añade De Urbina. Artur Ramon aclara que siempre cobra honorarios por el trabajo realizado, «nunca un porcentaje sobre el valor de las obras. Muchos lo hacen e induce a engaño, porque puedes subir mucho el valor de una pieza para recibir un tanto por ciento mayor».
¿Subasta o venta privada? «Suele ser mejor la subasta pública, es más transparente y consigues generalmente el precio idóneo», según Jaime Mato. «Es un equilibrio delicado. En venta privada se puede ser más agresivo: se busca un comprador para una pieza con un precio neto. Hay más margen de maniobra en las comisiones, porque el gasto es menor. En subasta, las estimaciones son más conservadoras y atractivas. Pero si se pone un precio muy bajo, genera desconfianza. Piensan: ¿le pasará algo? Y, si la pones demasiado alta, pueden quedarse fuera los compradores. Si el dosier de una obra es muy grande, malo. Significa que se ha dudado demasiado», explican desde la sala de subastas internacional.
«La tasación tiene que ser realista. Al dueño de una obra no puedes crearle expectativas falsas para tenerlo contento», dice Artur Ramon. «En las subastas hay el elemento de anzuelo: conseguir pujas a través de unas tasaciones bajas, a veces extraordinariamente bajas, y reprobables, como ha ocurrido con el Caravaggio y el Bernini. España es el único país del mundo donde puede salir un Caravaggio por 1.500 euros y un Bernini por 2.400. Es una imagen patética y de poca profesionalidad. Hay que poner filtros y más filtros hasta que aparece la obra en el mercado. La diferencia entre las subastas y nosotros es que aquellas tienen que hacer el trabajo en uno o dos días (el volumen de obras es brutal) y nosotros podemos estar meses y hasta años». «O algunos fueron muy listos o fueron muy tontos en el caso del Caravaggio. No hay término medio», dicen desde la citada sala de subastas internacional.
Lo peor que le puede pasar a una obra de arte es que no se venda. Queda tocada. Una obra invendida es una obra fracasada, que nadie ha querido. La devaluación puede llegar a un 20 o un 30%. Tiene que esperar un tiempo en barbecho: tres o cuatro años para volver a ofrecerla. En las grandes casas de subastas internacionales el precio de reserva que pone el propietario es secreto. Solo lo conoce él y la casa de subastas. Es el precio mínimo por debajo del cual el cliente no está obligado a vender la obra. Las valoraciones son casi siempre gratuitas (en el 99% de los casos), confidenciales y sin compromiso de venta.
En cuanto a los NFT, aún resulta muy difícil establecer su valoración. Es un fenómeno muy reciente. Se actúa con mucha cautela, para no vivir una nueva burbuja. «Puede ser interesante. Nos lo estamos planteando a medio plazo, pero de artistas lo más consagrados posible», advierte Jaime Mato. ‘OLEA Genesis’, de Solimán López, fue el primer NFT vendido en subasta en España. Fue en la sala Durán.
Los precios del arte antiguo y el contemporáneo juegan en dos ligas distintas. «Este conecta con lo más joven, el mundo audiovisual, tecnológico. El arte antiguo necesita una cultura y unos conocimientos, que cada vez hay menos. Por eso hay esas brechas en los precios del arte. Compararlo es un ejercicio perverso y contraproducente. Una tasación es una ‘foto finish’ del momento en el que se hace. Puede haber una guerra y caer el mercado financiero, o una pandemia y cambiar radicalmente los precios», expone Artur Ramon. Hay guerra en Ucrania, las Bolsas se han desplomado y seguimos en pandemia. ¿Cómo afectará al mercado del arte? El tiempo dirá.