En los últimos años, los hermanos Santilari crean una obra artística en que la alta calidad técnica, y no menos la estructura conceptual, alcanzan los espacios reservados para los maestros. Sus pinturas, sus diseños, habitan parnasos privativos de la excelencia. Contemplar la exposición Santilari. Obra reciente en la galería Artur Ramon es puro deleite para los sentidos. La austeridad de los elementos que estos artistas han alcanzado, ¿da a los visitantes el placer de la complicidad intelectual? Pere y Josep, Josep y Pere, son capaces de allanar caminos a ambos lados de los espejos que les atribuye la plenitud.
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Vanidades necesarias para capturar los silencios de la vida
- Mira que la flor más delicada más presto se marchita y pierde su olor; por tanto, guárdate de querer caminar por espíritu de sabor, porque no serás constante; más escoge para ti un espíritu robusto, no asido a nada, y hallarás dulzura y paz en abundancia; porque la sabrosa y durable fruta en tierra fría y seca se coge.
- El camino de la vida, de muy poco bullicio y negociación es, y más requiere mortificación de la voluntad que mucho saber. El que tomare de las cosas y gustos lo menos, andará más por él. (Juan de la Cruz, Dichos de Amor y de Luz, 1584).
Josep Santilari, Nosce te ipsum, 2018
En 2008 los hermanos Santilari presentaron una exposición antológica de sus obras en los Espais Volart de la Fundación Vila Casas. Una extensa y heterogénea muestra: bodegones, desnudos femeninos, paisajes “de proximidad”. Ya, el recorrido a través de las salas se convertía en un festival de sabores artísticos, un paseo por ciertas sensibilidades del arte barroco. Sorprendía gratamente la pieza Bodegó de Tardor (1993), un tributo a Caravaggio: los pámpanos acabados de cortar por encima de las uvas y del frutero blanco permitían imaginar la emoción de estar frente a la primera naturaleza muerta pintada por el autor de David con la cabeza de Goliat cuando todavía la pintura estaba fresca; y la luz que entra a través de una ventana que, sin verse, está a la derecha; la misma luz que acompaña a Pedro y Cristo en el lienzo La Vocación de Mateo, una luz que define la pared de color indefinido y los múltiples grados de color que constituye el fondo cercano y desconcertante de una misma obra. También allí, en los Espacios Volart, reclamaba su presencia otro bodegón: Codonys (Membrillos), de 1992. Frente a esa composición tan delicada de color pastel, la memoria se dejaba ir hasta aquel patio de la casa de Madrid que el mismo verano del 92 permitió a Antonio López y Víctor Erice filmar la maravilla de El Sol del Membrillo. ¿Es una coincidencia aleatoria de fechas? ¿O es algo más complejo: identificación de estilos y motivos pictóricos?
Volviendo al presente y a la galería Artur Ramon, las piezas de Santilari. Obra reciente ya han traspasado alguna barrera; sea de lugares y horizontes, sea de identidades o de siglos. Aunque no les quede bien, los Santilari recorren el mundo con una corona de laurel. Actualmente pueden ponerse frente al espejo de la historia del arte y saber que han alcanzado niveles muy altos de ejecución. Tal posición les permite entrar en el juego de sentir el trazo del lápiz definido por Rembrandt cuando comienzan el diseño de una nueva pieza, de sostener en la mano izquierda la paleta utilizada en la elaboración de una ceremonia nupcial en la vicaría; de viajar, en fin, a Delft mientras dan varias capas de imprimación a un nuevo lienzo.
Josep Santilari. L’ artista. Vas amb flors I, 2018
Qué concentración alcanzó Josep para crear L’artista. Vas amb las flores I, esa delicada pintura que proviene de las maestrías de caravaggios y zurbaranes? La observación cuidadosa de esta pieza singular de tan solo 27×27 cm acaba por asombrar. El artista definido por un humilde lápiz Faber-Castell –los Santilari no utilizan otros-, y un pincel fino: la alegoría conceptista del ARTE. L’artista. Vas amb las flores I tiene todas las perspectivas y no tiene ninguna. En el lado derecho hay -elidido- un potente foco de luz que ilumina el primer plano; un primer plano muy próximo a quien observa. Más allá la nada. El fondo oscuro cierra visiones y abre una ventana a la calidad técnica. ¿Qué veladuras de color tierra, de sutiles imprimaciones en verde, de grises ha aplicado el artista en esa noche oscura y plena? Ese fondo es un mundo de combinaciones, la fuerza de los escasos elementos de la pintura. ¿Cómo es posible que en tan poco espacio haya tanta gama de blancos? ¿Por qué la inmaculada delicadeza de las flores de azalea explota desde este fondo creador a la derecha? Por el contrario, las mismas flores están perdiendo intensidad hacia el fondo, e incluso los pétalos de los que sobresale a la izquierda se perciben transparentes. ¿Cómo se puede dibujar y pintar un vaso común de vidrio sobre el volumen cegador que emerge de la profundidad? El agua juega con tallos y hojas verdes, totalmente visibles, y su liquidez hace de bola de cristal, centrada, en la cual se condensa el oráculo de esta vanitas. La tela que sirve de pedestal al vidrio con flores hace un juego de pliegues, tonalidades y volúmenes que se admiran en buena parte de la historia del arte europeo, al menos desde el siglo XV. Las hojas verdes que acompañan la blancura uniforman la pintura. Su verde hace guiños al color verde oscuro de los lápices Faber-Castell, y recoge las mínimas insinuaciones verdosas que se ocultan en la niebla de la perspectiva aérea. L’artista. Vas amb flors I, una pieza de tamaño pequeño, pero grande de más. Una obra maestra.
Memorias del tiempo. Frugalidad y sabiduría
Colui che fece, e non di cosa alcuna, / il tempo, che non era anzi a nessuno, / ne fe’ d’un due e diè ‘l sol alto all’uno, / all’altro assai più presso diè la luna. / Onde ‘l caso, la sorte e la fortuna / in un momento nasquer di ciascuno; / e a me consegnaro il tempo bruno, / come a simil nel parto e nella cuna. / E come quel che contrafà se stesso, / quando è ben notte, più buio esser suole, / ond’io di far ben mal m’affliggo e lagno. / Pur mi consola assai l’esser concesso / far giorno chiar mia oscura notte al sole / che a voi fu dato al nascer per compagno.(Michelangelo Buonarroti, Soneto CIV, 1536).
Pere Santilari, La efímera Bellesa, 2017
Pere y Josep Santilari son gemelos, comparten el mismo taller e incluso pintan cuadros a medias. Desde sus años de estudio han comprendido que la creación artística no difiere mucho de otros trabajos, de otros oficios. Viéndolos concentrados en su ordenado estudio de Montgat, vienen a la mente imágenes verosímiles de tiempos pasados: un taller de artesanía del Seicento, un monasterio medieval. Respetando la disciplina con la que se aplican en los largos días de trabajo, podrían bien ser dos monjes elaborando iconos bizantinos o rusos. El silencio, el trabajo con lápices, la meticulosidad y la destreza invitan a pensar que estos dos artistas practican la meditación espiritual antes de enfrentarse a un papel (en el caso de los dibujos) o una tela; que se someten a una dieta especial para comunicarse mejor con los objetos a representar, con las composiciones ideadas. Este vídeo acerca a los métodos de trabajo de los artistas de las amplias y espléndidas series de vanitas que han elaborado durante años, y otros universos recreados.
¿Qué ejercicios corporales y mentales no ha hecho Pere para encontrar la composición del dibujo La joventut que ahora se puede ver en la galería Artur Ramon? ¿Cuántas horas dedicó a la preparación y ejecución de una obra que, en el elemento líquido, hace apuestas de virtuosismo con El aguador de Sevilla? ¿Qué misterio puede aclarar la perfección lograda con el uso exclusivo de lápices? Pere, como su hermano, conoce bien su oficio. Sabe que los papeles (cartulinas) sobre las que trabajar solo pueden ser muy especiales, para soportar las fricciones de los 15 tipos de dureza de lápiz utilizados en la elaboración de La joventut (y muchos otros dibujos). Faber-Castell fabrica durezas de 9H a 9B. Las flores de almendro en el vaso de cristal, para desafiar todas las escalas. ¿Cómo se puede dibujar con lápices un blanco tan absoluto? A la derecha, un busto de Afrodita atrapa toda la luz que viene del exterior, obligando al artista a marcar el perfil griego con una precisión excelente y también a definir el cuenco de los ojos con una suavidad divina. La mesa se pierde en la parte inferior, dando paso a gradaciones de grises, para encontrar, además, la noche oscura, cegadora de detalles, revelando los volúmenes del primer plano. La juventud, el carpe diem, definida en las esencias de cuatro elementos, alambicada en esta vanitas de factura casi imposible.
¿Estos artistas conocerán la obra de Tarkovski, Andrei Rublev, la película que recrea la vida del gran pintor de los iconos rusos? ¿Se identificarán con un creador tan alejado geográficamente? Las vanitas y los bodegones de los Santilari se convierten los modernos pantocrators y kyriotissas. Verdaderas teofanías.
Pere Santilari, La joventut, 2018
Para llegar al trabajo final, los Santilari utilizan la fotografía como recurso del cual extraer referencias de luz sobre las que investigar, para trabajar semanas enteras sin que las flores o frutas se pudran, o el agua se llene de moho. La luz es el eje de la producción, el dictador del trabajo, el maestro que les dice cuándo terminan la obra. Pero su realismo no es fotográfico, es luminoso. La luz que recorre los siglos desde Caravaggio a Josep, de Rembrandt a Pere. Esa luz que impresionó su serie 7 pecats capitals, con Josep Santilari y Pere Santilari.
Los hermanos Santilari llevan 30 años dedicándose a la creación artística. Han pasado, lógicamente, por varias etapas, estilos, siempre dentro del canon de representación realista. Pero en la última década, estos interesantes creadores dieron un salto cualitativo que les proyecta más allá de los ensayos y las revisiones de sus trayectorias. El dominio de Josep y Pere se revela en la inmensa habilidad técnica. Y también – y mucho – en las composiciones. Estos disciplinados artistas van perdiendo lastre, abandonan la necesidad de acumular elementos para dar significado a una obra, a una interpretación de los silencios de la vida. Y optan por la austeridad monástica, por la simplificación de las composiciones. La exposición que presentaron hace un año en Artur Ramon 7 pecados capitales) representó un cambio importante en sus formas de trabajo. Pretender – ¡y conseguirlo! – representar un concepto abstracto como la Envidia en un dibujo de menos de 40 × 40 cm y solo con un cráneo, una cuerda, flores y una rama de encina es una prueba más que suficiente de la excelencia que ya ha alcanzado Pere. Otro tanto sucede con la pintura de Josep que, para definir la Ira, usa solo una calavera. ¿Es posible mayor conceptualismo ideológico y artístico?
Ante esta magnificencia poco se puede argumentar. Lo mejor es admirar las piezas que se encuentran en la exposición de Santilari, Obra recent. Josep ha dicho en alguna ocasión que, al pintar el pie de una figura, es tal su concentración y detallismo que termina por sentirse él mismo el propio pie. No hay duda, los hermanos Santilari contemplan el mundo, la vida, desde ambos lados del espejo. Son pintores y protagonistas en sus propios matrimonios arnolfini, son camareros y los clientes en sus folies bergère, son ángeles y creadores en sus venus del espejo. Los artistas de Montgat van abriendo caminos, caminos de sobriedad y plenitud. Cada día que pasa, abandonan su estudio ordenado como dos monjes zen que retocan el jardín que solo contiene arena y piedras. No saben qué es el horror vacui, miran la vida desde el otro lado del espejo. Sus vidas parecen – cada día más – un haiku:
¿Es virtuosismo
la llama de ese fulgor?
Lo inefable
Flores en vanitas. Ineffability
Fue sueño ayer, mañana será tierra. / ¡Poco antes nada, y poco después humo! /
¡Y destino ambiciones, y presumo / apenas punto al cerco que me cierra! / Breve combate de
importuna guerra, / en mi defensa, soy peligro sumo, / y mientras con mis armas me consumo,
/ menos me hospeda el cuerpo que me entierra. / Ya no es ayer, mañana no ha llegado; /
hoy pasa y es y fue, con movimiento / que a la muerte me lleva despeñado. / Azadas son la
hora y el momento / que a jornal de mi pena y mi cuidado / cavan en mi vivir mi
monumento. (Francisco de Quevedo, soneto).
Pere Santilari, Vas amb flors d’ ametller. 2018
En la biblioteca y salas de la histórica galería Artur Ramon están colgadas estos meses algunas de las creaciones más actuales de los Santilari. Santilari. Obra recent es una selección de piezas, de reducido formato, en las que ocupan un lugar destacado un nuevo motivo pictórico dentro de la historia artística de estos hermanos gemelos: las flores. Azaleas, flores de almendro y otras maravillas naturales presiden muchas de las pinturas y dibujos ejecutados en los años 2017 y 2018. Flores. Cantos a la naturaleza, sí, pero también la querencia que, desde años atrás, tienen Pere y Josep por las vanitas. Sea cual sea el título y el motivo representado con flores, la brevedad que define la belleza de tal elemento primaveral por excelencia, reclama la lectura Tempus fugit. Estos creadores se permiten dedicar largas jornadas a cantar –gráficamente– la belleza huidiza del esplendor floral. La retención intemporal de su belleza es un canto a la vida. Y esa lozanía “adolescente”, telúrica, necesaria, también es el recordatorio de la velocidad del tiempo, de la ilusión de eternidad subyacente en los anhelos de la humanidad. Las composiciones de los hermanos Santilari, a fuer de austeras y excelentes, viajan de un lado al otro del espejo, abarcan los temas universales del arte, de la existencia.
Por si todo esto no fuese suficiente como para dedicar tempo a admirar las creaciones de estos dos artistas y seguir sus pasos de cerca, este año la galería Artur Ramon publicó el libro Ineffability. Josep Santilari & Pere Santilari, con textos y selección de imágenes del estudioso Timothy J. Standring, actualmente el Gates Family Foundation Curator en el Denver Art Museum. Colorado. Colabora con muchas universidades, tanto en Francia como en los EEUU, comisarió muchas exposiciones, y ha publicado tratados sobre Rembrandt, uno de sus artistas favoritos, pero también sobre Monet, Degas o Van Gogh.
Ineffability es un libro de muy cuidada edición. Las imágenes se reproducen sobre un papel de gran calidad, lo que permite valorar las características y calidades de las obras. El texto de Standring, titulado La Virtud de la Disciplina, es un homenaje al trabajo serio y constante de los artistas, a los que el autor compara con monjes medievales. Entre las más de cincuenta obras reproducidas se encuentran creaciones de los últimos años, pero también se hace un repaso por piezas de los anos 80 e 90. El señor Standring visitó varias veces el estudio de Montgat, y allí, lupa en man, trató de descubrir los misterios de la creatividad de los Santilari. Algo que cuesta explicar; inefable. Desde ahora Ineffability es y será la carta de presentación internacional de estos artesanos del figurativismo.
En un poema José Ángel Valente, ese portentoso poeta, amigo de Tàpies, dice: La luz no está en la luz, está en las cosas / que arden de luz tenaz bajo la lluvia. ¿Estarán de acuerdo los hermanos Santilari? Para ellos la luz es el eje de sus composiciones y resultados finales. ¿Verán ellos cómo arden os objetos? ¿Será eso lo que los motiva para lograr la excelencia?
¿Y si Zeuxis y Parrasio, los excelsos pintores griegos, fuesen hermanos? ¿Gemelos? ¿A qué bodegón de Josep o de Pere van los pájaros a comer las uvas o el queso? ¿Qué celosía de luz rebelaría a las aves la perfección? Ahora que los artistas de Montgat dibujan, en sintonía, temas como Narcís i Eco, ¿qué les falta a esta pareja para retar a las autoridades del Olimpo y garantizar la fortaleza del humanismo, la extraordinaria energía que desprenden las competencias entre Eros y Tánatos?
Lito Caramés