Modest Urgell

Barcelona 1839 - Barcelona 1919

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Biografia

Urgell nació en Barcelona en un entorno familiar acomodado. Aunque el mundo del teatro le fascinaba desde muy joven, sus padres desaprobaban esta pasión, por lo que decidió dirigir su inclinación artística hacia la pintura. Se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, donde fue alumno del pintor realista Ramon Martí Alsina y coincidió con otros artistas importantes, como Joaquim Vayreda, Marià Fortuny y los Masriera, entre otros. Al terminar los estudios emprendió un viaje a París, donde frecuentó Gustave Courbet, Camille Corot y Charles-François Daubigny, y se familiarizó con las nuevas corrientes artísticas, como el realismo, el simbolismo o la escuela de Barbizon. Exceptuando este viaje a París, Urgell pasó toda su vida en Barcelona y sus alrededores, descubriendo Cataluña y representando los pueblos y paisajes de aspecto abandonado que más le fascinaban e intrigaban. En particular, huyendo de la fiebre amarilla, se instaló durante algún tiempo en Olot, donde su amigo Joaquim Vayreda había creado una escuela pictórica centrada en el paisaje que influyó mucho en su obra. Su entera y vasta producción, de hecho, tiene como centro el paisaje. Un paisaje completamente desprovisto de idealización bucólica y sin una voluntad social específica, que es melancólico y misterioso, a la vez teatral y dramático. La dificultad de clasificar sus obras, que el artista casi nunca hizo, se debe a la elección algo repetitiva de los temas: visiones rurales de callejones desiertos, marinas solitarias en días nublados, cementerios de aldeas abandonadas… Tan prolíficos estos últimos que el propio artista, irónico, llegó a titularlos «Lo de siempre». Obsesivo y perfeccionista, su interés era tratar y reelaborar verdades desnudas y cotidianas, esenciales. Su pintura tiene la base en, evidentemente, el realismo, aunque sea posible adivinar un contenido literario que, de algún modo, le acercaría al simbolismo. Su interés en captar lo verdadero y fugitivo, sin ennoblecerlo ni idealizarlo, y su voluntad de expresar sentimientos dando un toque muy personal e imaginario al asunto, hacen de Urgell el más destacado exponente del romanticismo en Cataluña. Urgell fue muy apreciado por el público y la crítica de su época, sobre todo a partir de la década de 1870. Recibió muchos encargos y expuso sus obras en salas de arte, tanto en España —por ejemplo, en la Sala Parés de Barcelona, desde su fundación en 1877— como en el extranjero —Filadelfia, Múnich, París, Bruselas, Berlín, Chicago. Concurrió a todas las exposiciones nacionales desde 1864 hasta un año antes de su muerte, y participó también en numerosos concursos, entre los que destaca la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en 1895, donde recibió la Primera medalla. En 1894, a la muerte del artista Lluís Rigalt, Urgell fue nombrado profesor de perspectiva y paisaje en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja. Sus enseñanzas tuvieron gran influencia en la obra de artistas como su hijo, Ricard Urgell, también pintor, Joan Miró, Hermen Anglada-Camarasa, Pablo Picasso o Joan Ponç.