Josep Llorens Artigas

Josep Llorens i Artigas (Barcelona, 1892 – 1980) es considerado uno de los ceramistas más innovadores de su generación, cuyo taller de cerámica es uno de los pocos españoles que ha alcanzado reconocimiento internacional. Su obra está fuertemente marcada por la influencia de la tradición oriental ya que se interesó mucho por la cerámica china y japonesa. Se inspiró en todas las formas cerámicas de la dinastía Song (960-1279), caracterizadas por su sencillez y elegancia. Llorens Artigas estudió en la Escola de la Llotja y posteriormente en la Escola d’Art Bells Oficis Francesc Galí, donde conoció a Joan Miró. Empezó a trabajar como crítico de arte para el diario catalán La Veu de Catalunya y escribía sobre los artistas de la vanguardia española: Rafael Barradas, José Frau, Robert Delaunay, Celso Lagar, Joan Miró, Pablo Picasso y Joaquín Torres García. En 1921 viajó a París y dos años después se instaló en Charenton-le-Pont, cerca de la capital francesa. Allí interactuó con otros artistas españoles, especialmente con Gargallo y Miró, con quienes colaboró posteriormente. Varios pintores valoraron su obra y colaboraron con él, como Raoul Dufy, Georges Braque, Xavier Nogués o Eudald Serra. En 1929 participa en el Pabellón de los Artistas Reunidos de la Exposición Internacional de Barcelona. Durante la década de los 30 colaboró con Marquet y presentó distintas exposiciones individuales en París (1932, 1933). También siguió estando presente en el panorama español a través de la Escuela de Altamira, un proyecto de recuperación de las vanguardias artísticas españolas tras la Guerra Civil. Hacia 1944-45 inició su colaboración con su gran amigo Joan Miró, relación que se intensificó a principios de los años 50, después de que Artigas estableciera un taller de cerámica en Gallifa, no lejos de Barcelona, en una casa del siglo XVIII en el montañas. Allí realizó, a partir de pinturas de Miró, los paneles cerámicos titulados Muro del Sol y Muro de la Luna para la fachada de la sede de la UNESCO en París (1955), los murales para la Universidad de Harvard (1960), para el aeropuerto de Barcelona (1971) y para el Museo Guggenheim (1965-1967) de Nueva York. A finales de los años 40, a través de Eudald Serra, descubrió el movimiento mingei, la Asociación de Artesanía Popular Japonesa que tenía como objetivo el estudio y difusión del aprecio y conocimiento de la mingeihin, las artes y oficios populares japoneses. En 1952, Llorens Artigas conoció a Yanagi Sōetsu, el fundador del movimiento, y diez años más tarde a Hamada Shōji, quien se convirtió en su amigo y colaborador. Tomando como modelo el horno de Hamada en Mashiko, el artista catalán construyó un horno trepador de leña de estilo japonés (noborigama) en su taller de Gallifa. Llorens Artigas se dedicó a trabajar el gres, un material utilizado en China incluso antes que la porcelana. El gres se compone de arenas de arcilla, sílice y cuarzo; es de carácter denso, impermeable y opaco. El aspecto de esta forma de tierra (¿tierra o tierra/suelo?) puede variar, ser más rugoso o más liso, y Llorens Artigas jugó con todas las posibilidades que ofrecía. Su obra dibuja líneas puras, clásicas y atemporales, generalmente con formas cerradas. De hecho, la intención del artista fue eliminar los motivos decorativos de sus obras para lograr la máxima calidad y belleza en su refinado trabajo de esmalte. Experimentó con las veladuras y las sorpresas que surgían de la cocción. Siempre utilizó veladuras monocromáticas, de las que aparecían otras tonalidades por la reacción química de los óxidos metálicos con la acción del fuego. A partir de 1920 lleva registros de las cocciones y fórmulas de las veladuras que anota junto a un boceto de la silueta de la pieza. A partir de 1938, Artigas inscribió a menudo en sus obras el signo del zodíaco y su equivalente chino.