J. Guayerbas – sábado, 14 de junio de 2014
Dos historias paralelas y un único escenario: Toledo. Domenikos Theotocopoulos y Esteban Lisa. Dos genios del pincel que en estos tres últimos meses han compartido un espacio histórico, el Museo Santa Cruz-Santa Fe. Artur Ramon, galerista y anticuario, realiza una reflexión profunda sobre la pintura de ambos a partir del título que Marcial Marín, consejero de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, acuñó a una carta remitida al coleccionista de arte Jorge Virgili, coordinador de ‘Retornos. Esteba Lisa’.
El Greco y Lisa: dos maneras de pintar la vida y dos maneras de vivir el arte, escribía el responsable regional de Cultura. Lisa conoció la obra del cretense en sus viajes a Toledo, vivió el impulso que los modernistas dieron a los lienzos del Greco a principios del siglo XX, cuando el reconocimiento, al fin, llegaba para la producción del candiota, cuya memoria estaba sepultada en el olvido de los siglos, como han apuntado en reiteradas ocasiones historiados y expertos , y como subraya Artur Ramon en el catálogo de la muestra monográfica de Lisa.
El movimiento y el color del Greco están en la obra de Lisa. Cualquiera de las telas del cretense responden a un patrón de líneas y geometrías, las mismas que el intimista de Lisa desarrolló en su diario de pigmentos y pinceles. Una obra realizada sobre cartones y papeles como vía de escape emocional, una pintura intimista en cuanto al fin del autor, que no al contenido abstracto desarrollado por este humanista afincado en Buenos Aires y natural de Hinojosa de San Vicente, municipio serrano de la provincia de Toledo.
Las abstracciones geométricas derivadas del cubismo, con planos monocromáticos son el origen de Esteban Lisa con Cézanne presente en el proceso creativo que derivará hacia Klee y Pollock. Artur Ramon se pregunta antes de abordar la trayectoria de Domenikos y del proceso artístico marcado por la tradición bizantina y el Renacimiento italiano al servicio de la Contrarreforma si el proceso de Lisa no es al caso el camino del Greco. La respuesta, un sí rotundo.
Y es que como concluye el galerista catalán, ‘La Inmaculada Oballe’ del Greco, llevada a su esencia, no es más que un juego de líneas y colores, conceptos con los que Lisa nombraba sus cuadros. La dirección ascendente del Greco está en Lisa, y Lisa estaba ya en la obra de Domenikos, la misma que recupera de sus recuerdos de infancia para expresar a través de las formas y el color el lado más íntimo de su diario pictórico.
Dos maestros cuya estela no se reconoció en vida y que hasta hoy han permanecido unidos en los muros del Hospital de Santa Cruz de la calle Cervantes.