La extinción de los antiguos pisos de la burguesía de Barcelona da pie a un libro de edición literalmente estelar

24 JUN 2025 | El Periódico

Los exquisitos cadáveres inmobiliarios de la Barcelona burguesa

La buena noticia es que un libro que retrata la desbarcelonización de una parte de esta ciudad acaba de ser seleccionado por PHotoESPAÑA como uno de los nueve mejores trabajos del año dentro de la categoría bibliofilia. La mala noticia es precisamente lo que retrata, una Barcelona en extinción. Jordi Baron, anticuario, coleccionista de un vastísimo fondo de negativos fotográficos y, también, un profesional con una mirada envidiable a través de la cámara, está en pleno proceso de convertir el trabajo de más de un cuarto de siglo en, más que un libro, una obra de arte. Durante todo este tiempo, entre 1993 y 2020, ha capturado ese breve lapso en que los pisos más señoriales de la ciudad, sobre todo del Eixample y la zona alta, son vaciados, casi siempre por la defunción de un o una dueña casi centenaria, y están a punto de renacer como un producto inmobiliario radicalmente distinto. Retrata esos momentos en que, podría decirse, el alma de aquellos hogares se desvanece.

En junio de 2023, la galería Artur Ramon Art ya tuvo la feliz idea de organizar una exposición alrededor de 15 de las más o menos 200 fotografías que a lo largo de ese cuarto de siglo ha tomado Baron. No está de más subrayar que fue un éxito. Y no fue flor de un día. Aquellas imágenes llamaron tanto la atención que hasta el Centre Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) que eran inmejorables para presentar la exposición que para diciembre prepara sobre Mercè Rodoreda. Pero, entre expo y expo, vamos, entre Artur Ramon y CCCB, Baron se ha metido en una aventura increíble que entre otras cosas le tiene a ratos por los tejados del Poblenou. Ha hecho partícipe de su proyecto al mismísimo Sol. O sea, literalmente estelar. Tienen sus ejemplares expuestos a la luz solar, tan intensa en estas fechas, para deje su huella en el lomo de los ejemplares y en algunas de las páginas interiores. Eso, además de las fotos, que como en los álbumes de épocas pasadas van sueltas en el interior, solo sujetas por la presión del volumen cuando está cerrado, es lo que ha enamorado al jurado de PHotoESPAÑA.

¿Por qué tener los libros, como lomos de bacalao u hojas de tabaco, en el terrado, expuestos a los caprichos del Sol y, quizá, la fisiología de los pájaros? La idea es muy poética. Lo cuenta él mismo. Cada vez que, por encargo de los herederos, organizaba el vaciado de un piso señorial de la ciudad, algo, por cierto, cada vez menos frecuente, como si fuera una especie inmobiliaria en extinción, le cautivaba ese instante en que los operarios retiraban muebles y enseres que quizá estaban ahí inmóviles desde hacía 70 años. “Las huellas que aquello dejaba en la pared eran la prueba de que en aquellas habitaciones, más allá de la desolación que pueda emanar la fotografía, hubo vida”.

Baron se considera un arqueólogo. “He sido un testigo íntimo del vertiginoso proceso de transformación del tejido doméstico y urbanístico de Barcelona”. Las pruebas son las 54 imágenes que incluye el libro, que, lo dicho, más que fotos, son como las láminas de los antiguos volúmenes de arte que había en tantos hogares de la ciudad. El texto que acompaña cada escena es muy breve. Es, simplemente, la dirección postal del piso. No es extraño que el CCCB haya elegido como primer aperitivo de su futura exposición sobre Mercè Rodoreda una de esas imágenes y, además, una con una subtrama muy llamativa.

La fotografía es esta. Es de un piso del número 102 de la Rambla. Siempre la tuvo Baron entre sus favoritas, pero no fue hasta que Artur Ramon le invitó a exponer su obra en la galería de la calle de Bailèn en que reparó en un detalle que hasta entonces le había pasado inadvertido. Aquello fue como un instante Antonioni de ‘Blow-Up’, cuando el protagonista descubre un crimen al ampliar y ampliar una imagen. Estuvieron de acuerdo Ramon y Baron en que la ampliación de las fotos fuera imponente. Y al salir la copia de laboratorio fue la primera vez en que reparó en que sobre el viejo televisor hay una pistola. Menudo punto de partida para cualquier novela. Aunque, de hecho, todas y cada una de las fotografías son a su manera, además del final de la vida de un piso de los que ya apenas quedan, una invitación a imaginar un pasado. Urgell, 83 es la fotografía de debajo. Sin ni un solo objeto a la vista, más allá de los interruptores de la luz, la profunda religiosidad que se vivió en aquel hogar salta a la vista.

Explica Baron que ‘Barcelona 1993–2020’, pues así ha titulado su libro, “es la ‘foto-finish’ de una memoria burguesa que ha durado unos 120 años y, al mismo tiempo, el inicio de una nueva cartografía de la ciudad”. Y el mérito de atestiguar ese proceso es doble si se tiene en cuenta que son fotografías tomadas casi a la carrera, en mitad del trajín del vaciado del piso. No son, por decirlo de algún modo, fotos de estudio. Son, a su manera, fotoperiodismo, aunque no lo parezcan.

Son todo lo contrario del proceso de confección del libro, un diseño de Ana Agustín, el ejercicio de bibliofilia que ha sido elogiado por PHotoESPAÑA. El uso de papel con una alta presencia de lignina, por ejemplo, no es casual. Es la fibra de la celulosa responsable de que con el paso del tiempo las páginas de los periódicos se vuelvan amarillas, y más si las castiga la luz del Sol. Este es un proyecto, lo admite Baron, a fondo perdido, más que nada una manera de poner un broche estupendo a una tarea llevada a cabo durante más de 25 años.

En realidad, es más que eso. Es un libro de historia. Como mínimo de una parte de la historia de Barcelona.