Julián Hernández | 04/12/2023 | Ars Magazine
Este año se ha cumplido el primer centenario de la muerte de Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923) uno de los pintores españoles de mayor éxito y calidad de las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Durante 2023 se han organizado en su homenaje diferentes exposiciones en varias ciudades españolas y en Estados Unidos. Ahora Colnaghi Londres se une al homenaje y coincidiendo con London Art Week presenta Sorolla. Una celebración de la vida, organizada por tres profesionales como Jorge Coll, Artur Ramon y Dámaso Berenguer, con el apoyo de Blanca Pons, bisnieta del artista, que reúne 15 obras que abarcan desde 1893 hasta 1918.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 5 de enero en Londres y viajará posteriormente a Nueva York y Madrid, es una buena ocasión para admirar estos óleos y gouaches, muchos de cuales todavía no habían salido al mercado al ser de colecciones particulares.
Joaquín Sorolla y Bastida enlaza con la mejor tradición del arte español del Siglo de Oro y más en concreto con Diego de Velázquez y eso hizo que se le considere dentro del canon de la historia del arte español, tanto por la cantidad de obras catalogadas como por la calidad de las mismas de un autor tan prolífico, que triunfó en España. Europa y sobre todo en los Estados Unidos de América. Junto con otros creadores como John Singer Sargent o el italiano Giovanni Boldini, tal vez fuera el pintor más célebre de su tiempo, el fin del siglo XIX
Entre las obras incluidas en Sorolla. Celebración de la vida, se reúnen no solo unas pinturas de excepcional calidad sino también son un recorrido por los principales temas abordados por el creador valenciano a lo largo de su trayectoria: el realismo social, el retrato, escenas pintadas al aire libre -como una terraza valenciana bañada por el sol- y, sobre todo, el mar.
De la última década del siglo XX cabe mencionar un par de óleos: Isabelita y Thor (1893), que nos recuerda a algunos retratos infantiles que también cultivaron Sargent o Boldini; y Elenita en su pupitre (1898), donde captó a una de sus hijas como una remembranza de aquellos retratos de los infantes españoles, gracias a una paleta barroca con la que supo extraer sugerentes matices de blancos del vestido de Elena con fondos ocres del cortinaje.
El género del retrato individual está muy bien representado en la exposición. A Sorolla le atraía fijar en sus lienzos la personalidad y dignidad intelectual, social y singular del retratado y eso resulta muy visible en el que le hizo a Manuel Ducassi y de la Laiglesia en 1905, con ecos de Whistler y por supuesto de los viejos maestros españoles; o ese otro que pintó en Nueva York en 1909 para plasmar la expresión de Charles Tweed, abogado de Archer M. Huntington, mecenas de Sorolla y fundador de la Hispanic Society, que le encargó este último, sin olvidar ese Retrato de María Planas de Gil con mantilla negra (1906) o los dos gouaches sobre cartón de sendas figuras femeninas, datados en 1908 y 1918, respectivamente.
En las escenas al aire libre, tanto en las de realidad social o paisajística como Elaboración de la pasa en Jávea (1900), Terraza florida (1900) o en Plasencia (1917) sabe equilibrar las composiciones. Y sobre todo cuando fija su mirada y la nuestra en el mar- y los niños en la playa-, que se convierte en protagonista esencial al desarrollar la vida de los pescadores, la infancia y su bullicio, el viento y la felicidad de los bañistas, cuya piel se termina fundiéndose con el agua y la orilla de la playa.
En ese hábitat la potencia de Sorolla crece porque las pinceladas vibrantes del genio valenciano terminan expresando el ruido de las olas y los remolinos de agua, las sombras ondulantes y los cambios de luz en esa sinfonía de contrastes entre las atmósferas del amanecer, del mediodía o del atardecer. En Niños en el mar y Niños bañándose en la playa, ambos de 1908, y en Playa de Valencia late la alegría de la vida con esa luz veraniega.
Los tres organizadores de la muestra, Jorge Coll, Artur Ramon y Dámaso Berenguer, han querido rendir homenaje a un artista como Sorolla en el centenario de su muerte, una figura indiscutible del Impresionismo español. Asimismo están contribuyendo a una mayor visibilidad nacional e internacional, en un momento donde los coleccionistas han vuelto de nuevo su mirada a la gran calidad del maestro levantino. Se ha editado editado un bello catálogo, profusamente ilustrado, con textos de María López y de Patrick Lenaghan.