Ficha técnica

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    Antoni Casanova Estorach (1847-1896)
  • Título
    Monje
  • Medidas
    46 x 38cm
  • Descripción
    Óleo sobre tela
  • Descripción complementaria
    Aunque Casanova Estorach alcanzó el éxito en diversos géneros, fueron sus escenas satíricas anticlericales las que le granjearon mayores triunfos. Estas obras, marcadas por un humor ácido e irreverente, retratan al clero disfrutando de sus privilegios en escenas que van desde la gula inocente hasta la juerga alcohólica y los malentendidos cómicos. La elección de centrarse en este tipo de sátira estuvo influida por el sentimiento anticlerical imperante en el París del siglo XIX, heredado de la Revolución Francesa. Esta obra se enmarca dentro de esa tradición: el artista representa a un monje corpulento y jovial, ataviado con su hábito religioso característico y unas pequeñas gafas redondas sobre la nariz. Su expresión es una sonrisa pícara, y sus ojos brillan con una chispa vivaz que insinúa su talante travieso. Sus mejillas sonrosadas sugieren un ligero estado de embriaguez, lo que añade un matiz humorístico a la pintura.

    El monje muestra con orgullo una pequeña tabaquera de rapé, que se convierte en el eje central de la sátira del artista. El rapé, un tabaco finamente molido destinado a ser inhalado por la nariz, se popularizó en Europa en el siglo XVI, con Sevilla como uno de sus principales centros de producción. Para el siglo XVIII ya se había consolidado como un producto de lujo, favorito de las élites y símbolo de refinamiento e indulgencia. Que un monje posea tal objeto introduce una capa de ironía, pues la Iglesia, bajo el papa Urbano VIII, prohibió su uso en los templos. Sin embargo, figuras destacadas como el papa Benedicto XIII o Napoleón fueron grandes consumidores, lo que confirma su amplia aceptación.

    Este retrato de primer plano, sobre un fondo negro intenso, refuerza la crítica encarnada en el personaje. La elección temática y la ejecución de Casanova Estorach transmiten un mensaje claro: una sátira sobre la hipocresía de ciertos religiosos que, pese a sus votos de austeridad, se entregan a los placeres terrenales. Como muchas de las obras del artista, esta pintura combina el humor con una aguda observación para poner al descubierto las debilidades del clero. La obra es un ejemplo magistral de cómo Casanova Estorach supo unir precisión técnica con una narrativa provocadora, consolidando su reputación como uno de los pintores más incisivos e irreverentes de su tiempo.
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