LA VANGUARDIA | 24.11.2020
Josep Playà Maset
Un libro dirigido por Artur Ramon hace historia del grabado catalán
El arte del grabado ha sido a menudo poco valorado por tratarse de trabajos sobre papel y porqué no entraba en las artes mayores, la pintura, la escultura o la arquitectura. Y sin embargo el grabado forma parte de la historia del arte y sin él no se entiende su evolución. Para subsanar estas lagunas y más en el caso de Catalunya, donde no ha habido ni un estudio exhaustivo ni una gran exposición retrospectiva, Enciclopèdia Catalana publica ahora una edición de bibliófilo (mil ejemplares a 999 euros) sobre L’art del gravat català, dirigida por Artur Ramon, con la colaboración de los mejores especialistas y una amplia reproducción de los mejores grabados.
Se trata de una obra coral que estudia el grabado clásico, de las primeras xilografías a la Ilustración (a cargo de Rafael Cornudella), del siglo XIX y el Noucentisme (Francesc Fontbona) hasta el grabado contemporáneo. Y en este último apartado hay estudios puntuales sobre la modernidad (Joan M. Minguet), las ediciones de Jaume Pla para la Rosa Vera (Mercè Casanovas), el grabado en la segunda mitad del siglo XX (Sol Enjuanes) y el contemporáneo (Albert Mercadé). Y se cierra el volumen con un artículo de Albert Martí Palau sobre el coleccionismo y otro de Eva Vila con un glosario que ayuda a distinguir entre las distintas técnicas e instrumentos del grabado.
Artur Ramon, historiador del arte y galerista, considera que “el grabado es creatividad y alquimia porque la parte creativa se imbrica con la cuestión técnica, porqué el grabador no sabe que pasará y el azar juega un papel importante”. De ahí que no solo se habla del artista sino también del grabador y se destaca el papel de grandes especialistas como Joan Barberà.
Otro aspecto destacado de esta obra es la reivindicación del grabado catalán. “Marià Fortuny realiza un grabado de gran calidad técnica e innovadora que lo equipara a los grandes maestros como Durero, Goya, Rembrandt, Tiépolo o Piranesi”, señala Artur Ramon. A su lado está otra gran figura como Xavier Nogués. Antes ya destacaron artistas como Francesc Tramulles, Francesc Domènech o Pascual Pere Moles. Y ya a finales del XIX y principios del XX vendrá una eclosión con Joaquim Sunyer, Ricard Canals, Ramon Pichot, Anglada Camarasa, Mariano Andreu, Ismael Smith o Joaquim Mir.
Los tres grandes, Picasso, Miró y Dalí, no dudan en acercarse al grabado, aunque desde ópticas distintas. Picasso, que empieza en Barcelona y tiene como maestro a Ricard Canals, realiza hasta dos mil estampas. Miró ilustra nada menos que 288 libros. Y Dalí, tras trabajos tan serios como Los Chants de Maldoror, optó por una producción masiva y descuidada que le reportó dinero pero también desprestigio.
En la última etapa, desde Tàpies a los contemporáneos como Barceló, Plensa o Perajaume, el grabado sigue siendo una técnica ampliamente utilizada, también como forma de llegar a un mercado más amplio. Una última sorpresa de esta obra es que sitúa en el canon a Roser Bru, Esther Boix, Maria Girona, Amèlia Riera, Eulàlia Grau, Rosa Vives o Montserrat Gudiol, artistas más ocultas aún por cuestión de género.