Comissariada por Ricard Bru
Josep Llorens Artigas (1892-1980) está considerado el gran referente de la cerámica artística en Cataluña. Su nombre trascendió fronteras muy pronto, para hacerse un lugar destacado en el panorama internacional. Paralelamente, su compañero de juventud Joan Miró (1893-1983) se convirtió con los años en nuestro artista más universal. La obra de Llorens Artigas es inacabable e inconfundible por su carácter y singularidad, como lo es también la de Miró, un hombre que, asentando sus raíces en la tierra, en el país y en su tiempo, supo proyectarse al mundo a través de un arte tan colorista y soñador como rebelde, combativo y exigente. Al presentar ahora a estos dos artistas y amigos en diálogo, esta exposición rinde un merecido homenaje a su aportación al arte y al espíritu artístico del siglo xx.
«Esta exposición, compuesta por jarros de Josep Llorens Artigas -desde uno de los primeros cuencos cocidos al taller de Charenton-le-Pont, en 1927, hasta jarrones de la última etapa de Gallifa- y por dibujos de Joan Miró -formas biomórficas, grafismos y personajes, tanto del tiempo del «asesinato de la pintura» y de los años cincuenta como del periodo final de su vida-, es un buen testimonio de la aportación de dos grandes creadores catalanes del siglo XX. Dos artistas inconformistas que se admiraron, se respetaron y compartieron luchas e inquietudes.»
Ricard Bru
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Del mismo modo que Llorens Artigas encontró los elementos esenciales de su lenguaje en la tierra, la naturaleza y la tradición, Joan Miró, nacido un año después, fue también un poeta capaz de crear un lenguaje propio original, basado en una escritura simbólica de formas y colores inimitables que, a lo largo de los años, llegó a ejercer una profunda influencia en el arte del siglo xx. La formación y los primeros años de Joan Miró en Barcelona muestran un cierto paralelismo con los del ceramista: a contracorriente de la voluntad familiar, ambos sintieron desde bien jóvenes la vocación artística, que les hizo coincidir en algunos espacios —por ejemplo, el Cercle Artístic de Sant Lluc—, en maestros, como lo fue Francesc Galí, y en proyectos artísticos de juventud, entre ellos la creación de la Agrupación Courbet. Con todo, enseguida Miró emprendió su propio camino, plenamente personal.