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Biografia
Joaquim Sunyer estudió arte en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, dónde coincidió con artistas como Isidre Nonell o Joaquim Mir. En el año 1896 decide viajar a París, allí pasará unos años de precariedad viviendo de lo que sus obras le permitían. De estos años tenemos obras como La blanchisseuse du quartier du Belleville de 1900.
Sunyer se había instalado en París entre 1896 y 1910 y a partir de los primeros años del siglo XX empezará a juntarse con distintos artistas como Picasso, Manolo Hugué, Max Jacob, entre otros. Sus obras en París quedarán marcadas por aspectos mundanos: bailes, café-concert, carreras de caballos, y en los promenoirs, principalmente del Moulin Rouge. En 1910 se organizará una gran exposición de Sunyer en la galería Barbazanges, y un año después expondrá en la Galeria Faianç en Barcelona, donde se establecerá como uno de los representantes del noucentisme catalán.
Conoció la obra de Cézanne a través de su amistad con Gustave Geffroy, mostrando al público su cezanismo en la exposición individual que presentó en la vanguardista galería del Faianç Català de Barcelona en 1911, con un prólogo de León Bazalguette en francés y de Miquel Utrillo, en el catálogo. Esta exposición con 60 obras fue la definitiva consagración de Joaquim Sunyer en su faceta más noucentista y mediterránea.
En los primeros años de Sunyer en París, las técnicas más usadas en sus obras fueron los grabados y el pastel, seguramente por cuestiones económicas. A partir de 1900, el artista adquirió mayor seguridad en la técnica del pastel, cosa que le permitió la realización de obras de mayor importancia.
Al inicio de la primera guerra mundial, se establecerá en Sitges. Viajará en 1924 a París para exponer en el Salon d’Automne. Los años siguientes, seguirá exponiendo en distintas galerías como en la Sala Parés de Barcelona en 1930, en las galerías Syra y en el Carnegie Institute de Pittsbugh, en 1934. La guerra civil española la pasará en tierras provenzales e italianas, y luego en 1937 se trasladará a París hasta 1942 que regresó a Barcelona dónde siguió exponiendo de forma habitual, así como en Madrid.
Le otorgarán distintos premios de honor como la Legión de Honor en 1949, o el premio al conjunto de una vida y obra en la Bienal Hispanoamericana de la Habana, en 1954. Su obra fue evolucionando de manera gradual hacia una simplicidad sin tener en cuenta las técnicas, tanto en paisajes como en sus conocidos desnudos femeninos, o en sus retratos. Fue también un exponente en obras con representaciones del hedonismo natural mediterranista, en que se ve la influencia de artistas como Matisse y su obra La joie de vivre, de 1905-1906.