| palavracomun.com 27 de Febrero de 2022
Lito Caramés
Poco a poco, las mujeres artistas van emergiendo, como si hubiesen vivido durante años, siglos, en un fondo submarino que las alejó de las miradas y deseos de los humanos. La longeva galería Artur Ramon presenta ahora las creaciones de Dominica Sánchez. Las líneas que traza Sánchez -paralelas, curvas con afecto por el círculo, reiteradas- desbordan esencialidades propias de la sabiduría de quien lleva mucho tiempo tratando de dominar las claves de la expresión artística: el control de los idiomas básicos.
Dominica Sánchez. Pintura, dibujo y escultura de los años 2000. Galería Artur Ramon
D. Sánchez. Escultures i pintures. 2002.
D’on surten aquestes formes naturals que la pintora (Dominica Sánchez) organitza amb un tan perfecte equilibri i musicalitat? Potser no totalment de la seva imaginació, perquè hi trobo al·lusions al món natural. Als meus ulls són un seguit de “paisatges interiors” (Maria Lluïsa Borràs, Paisatges íntims i espirituals, 2002).
En el inicio del año 2022, año de centenarios fundamentales en el ámbito cultural, la galería Artur Ramon sigue presentando interesantes y diversas muestras en su particular lucha contra las repercusiones sociales y económicas provocadas por la presencia del virus Covid-19. (¿Será este el Tercer Año de Pandemia?). Ahora deciden -comisariada por Mònica Ramon- llenar sus salas de la calle Bailén con piezas de la artista Dominica Sánchez. Como reza el texto de la crítica Borràs, reproducido al principio, la obra de Sánchez es compleja dentro de la sencillez de líneas, es polifónica con el fin de reproducir sobre el papel pentagramas de música intimista, de banda sonora primaria. Ver a Sánchez trabajar con el lápiz carboncillo sobre papel es presenciar un ritual de caligrafía que abre las puertas de un universo muy personal. Las líneas que traza -paralelas, curvas tendentes a círculo, reiteradas- desbordan esencialidades propias de la sabiduría de quienes llevan mucho tiempo tratando de controlar las claves de la expresión artística. Sánchez posee las certezas creativas.
Dominica Sánchez (Barcelona, 1945) lleva décadas exponiendo en España, Europa y América. Las piezas que ahora se pueden ver en Artur Ramon ya tienen la pátina de dos décadas. Pero, obviamente, son obras de madurez, son creaciones que tienden a los rasgos fundamentales, austeros. Puede afirmarse que Sánchez alcanza los niveles de formación, trabajo y reflexión donde se valora lo primordial. Sus rasgos -ya sea sobre papel, ya sea sobre lienzo o estilizados con planchas de hierro moldeado y pintado- revierten a esa tradición esencial que encuentra en la abstracción la definición espiritual.
No se encuentra entre las piezas de Sánchez la figura humana, tema por excelencia del arte occidental. La artista de Calella prefiere aquellos rasgos abstractos que la puedan ayudar a descubrir los misterios de la naturaleza; las claves que, como en el karesansui japonés, le permiten adentrarse en los secretos de la quietud, de las esencias. Así lo expresó el gran poeta Leopardi (ese poeta que tanto gustaba a otro esencialista: Giorgio Morandi): Ma sedento e mirando, interminati / Spazi di là da quella, e sovrumani / Silenzi, e profundissima quiette / Io nel pensier mi fingo; ove per poco/ Il cor non si spaura. E come il vento (I Canti, 1831).
¿Abstracción y espiritualidad de Dominica Sánchez, siguiendo los predicados de Kandinsky? Quizás. O tal vez está marcando caminos muy personales por rutas que ya han recorrido muchas otras mujeres artistas; artistas hasta hace poco silenciadas e infravaloradas. Entre finales de 2021 y principios de 2022, en el Museo Guggenheim de Bilbao se pudo ver la exposición Mujeres de la Abstracción, una importante y necesaria colección de obras (unas 300) nacidas de la creatividad de más de 110 artistas (no “artistos”) que optaron por crear bajo el paraguas de la síntesis y el vaso de la abstracción. Entre las fantásticas artistas que llenan el edificio de Gerhy se encuentra la ucraniana Sonia Terk (Delaunay), la gran dama del cubismo órfico. ¿Qué pensaría hoy de la violenta invasión que el gobierno de Rusia está imponiendo a sus compatriotas?
D. Sánchez. Pigments de pastel sobre paper. 2002.
En Mujeres de la Abstracción no hay representación de artistas españolas, lo que solo se explica por la génesis de la exposición y los lugares de trabajo de las comisarias. Ahora mismo sería justo que en esta exposición tan importante y pionera se pudiesen ver obras de Domina Sánchez. Sus rasgos de carbón y pastel se iluminan con la misma intensidad que los de la pionera Hilma Af Klint. Lo mismo puede decirse de sus esculturas: Sánchez junto a Barbara Hepworth. ¡Y tanto! Últimamente en Barcelona se expusieron piezas de mujeres artistas que también deberían estar en Bilbao: Magda Bolumar, creadora textil o Mari Chordà, una patrona feminista y muy personal.
La Galería Artur Ramon aprovecha esta exposición de Dominica Sánchez para rendir un merecido homenaje a la crítica de arte Maria Lluïsa Borràs, una de las grandes, que fue secretaria de Joan Miró y trabajó duro para poner en marcha la Fundación Miró en Barcelona. También ha sido profesora de arte y especialista en los artistas Picabia y Calder. Crítica apasionada y comisaria de muchas, muchas exposiciones. Entre muchos legados, dejó un mensaje: El crític no és un jutge: és un pont entre artistes i públic. ¡Mucho que aprender!
Escultura, pintura, dibujo, tres campos autónomos para Dominica Sánchez
L’obra de la Dominica Sánchez és polièdrica, es basa en dibuixos i escultures, toca diversos suports -paper, fusta i lli- i tot té un lligam formant part d’un mateix món orgànic. (…) el resultat són obres austeres creant formes geomètriques, sintètiques i elegants; en aquests anys que presentem -al voltant del 2002-, destaca l’harmonia del color com a teló de fons. (Mònica Ramon, comisaria).
D. Sánchez. Pintura. 2002.
En la forma de trabajar de Dominica Sánchez sorprende que, más allá de la formación, la profesionalidad, se comporte como una artesana: dibuja con carboncillo sobre grandes papeles como si estuviese diseñando un vestido, dobla cartones (para después llevar las formas a planchas de metal) como si intentase reproducir elementos naturales que observa en sus paseos por Calella. Importantes las manualidades. Y al mismo tiempo -en la lucha entre realidades externas e impulsos íntimos- va realizando piezas abstractas.
¿Toda creación artística es abstracta? Todo proceso creativo (ya sea literario o plástico, por no hablar de la expresión más abstracta de todas: la musical) requiere en su concepción y resultado final un esfuerzo intelectual de abstracción. Un poema, un haiku, es el fruto de la abstracción intelectual de la mente humana. Lo mismo ocurre con un diseño, una pintura. ¿Y no es una estatua el resultado de un largo estudio y de posibilidades que sólo la artista conoce? Simplificación y espiritualidad, naturaleza y sinteticidad. García Lorca, ese poeta tan activo, tan brillante (y malogrado), escribió en Oda a Walt Witman (Poeta en Nueva York, 1940): Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo/ por la vena de coral o el cielo desnudo. / Mañana los amores serán rocas y el Tiempo / una brisa que viene dormida por las ramas. Estos versos son también fruto de la madurez, de la reflexión sintética y la abstracción. Pocas palabras para dibujar un universo.
En su portal web, Dominica Sánchez destaca una frase que parece la brújula para seguir sus caminos y comprehender los resultados finales de su creatividad: Hacer visible lo invisible. ¿Qué quieres decir? ¿La pretensión de la artista es traer a la superficie de fácil comprensión la naturaleza arcana, oscura o recóndita de las cosas? ¡Una frase tan sencilla y qué difícil de llevar a concreción! Dominica Sánchez al borde de un karesansui dispuesta a soltar su mano, a seguir cada trazo hasta encontrar la esencia del zen. En este juego de líneas perfiladas sobre un fondo pintado y casi uniforme, en el juego que lleva los pensamientos a altas cotas de precisión, se puede trazar un paralelismo con los versos de Fernando Pessoa (dignos del haiku más sincrético): O poeta é un fingidor / Finge tão completamente / Que chega a fingir que é dor / A dor que deveras sente. (donde dice poeta poner artista plástica).
La creación de Sánchez es polifacética. No se contenta con buscar los impulsos telúricos en la pintura (alambicada -como alquimista- hasta la monocromía). Tal vez lo que más trabaja es el dibujo; esos personales diseños de caligrafía (¿como los que le gustaba hacer a Joan Miró?) donde la curva controla los espacios escénicos y domina a Tiempo. Líneas curvas, paralelas, repetidas en la danza cerebro-mano, como si en la memoria de Sánchez se minimizaran algunas piezas que conoce a la perfección de artistas como Af Kitt o Sonia Terk. Líneas de conformación abstracta y pretenciosa de la tercera dimensión. Los dibujos son piezas independientes, en ningún caso son bocetos para futuras pinturas, o esculturas. El dibujo es un lenguaje propio, especial; lenguaje de galaxias y volúmenes siderales.
D. Sánchez. Ferro. 2002.
Si es en escultura, lo mismo. Sánchez comienza jugando (recortando, doblando) con cartones que moldea según su criterio, según los espacios a atrapar. Luego utiliza este material tan maleable para hacer lo mismo con las planchas de hierro, a las que suelda, y pinta, ideando así lenguajes complejos que se asoman por esquinas y caminos que ya conocían Julio González y Jorge Oteiza.
La creatividad de Dominica Sánchez vuela entre la elaboración propia, íntima en su estudio, a espacios abiertos y abstractos en su definición de las principales leyes. Dibujos, pinturas, esculturas tienen un aquel de descripción de un universo paralelo, orgánico, personal, a través del cual definirse a uno mismo; tienen algo esencialista que garantiza el viaje de la intimidad a la monumentalidad inconmensurable de sus entrañas.
EXPOSICIÓN: Dominica Sánchez. Pintura, dibujo y escultura de los años 2000.
Galería Artur Ramon, hasta el 4 de marzo de 2022.