Muchos de estos establecimientos han comenzado a abrir sus puertas esta semana con cita previa
Cuando hablamos de la crisis que vive el sector cultural, nuestro objetivo se centra especialmente en museos, teatros o cines, los grandes equipamientos, pero no es frecuente que se hable de la situación de las galerías de arte. Desde esta semana, algunos de estos establecimientos están comenzando a abrir sus puertas en Barcelona. Tuvieron que cerrar, como la mayoría de estos comercios, durante dos largos meses y poco a poco se están enfrentando a la nueva realidad.
En la calle Consell de Cent de la capital catalana, donde se reúnen algunas de las más destacadas galerías, la práctica mayoría de persianas están bajadas y no es raro ver en algunas un cartel aconsejando pedir cita previa antes de hacer la visita. Es el caso, por ejemplo, de Gotshland donde en sus paredes cuelgan los cuadros de Modest Urgell que debían formar parte de una antológica dedicado a este artista. Tras el éxito de la anterior muestra en este espacio, centrada en los creadores alrededor de la histórica cervecería Els 4 Gats, por la que pasaron 30.000 personas, ahora la situación es la inversa: cero visitantes. “Solamente pueden ser visitas concertadas. No abriremos al público en general hasta que la situación no esté totalmente normalizada y asumimos que eso no será hasta el mes de octubre, siempre y cuando no haya un rebrote”, explica Gabriel Pinós, responsable de Gotshland, a este medio.
En la calle Bailén, en Artur Ramon Art también hay que llamar previamente para poder acercarse a su interior y poder contemplar la exposición en la que las fotografías de Humberto Rivas dialogan con los grabados de Giovanni Battista Piranesi. “Hemos abierto esta semana y es con cita previa, algo a lo que no estábamos acostumbrados. Tenemos todas las medidas de seguridad para poder recibir a quien quiera venir a vernos”, comenta Artur Ramon a este diario.
Los dos galeristas coinciden en que su sector es “el primero en ver la crisis porque lo que ofrecemos no es un producto de primera necesidad. Eso hace que también seamos los últimos en ver cuando acaba. Pero con el coronavirus es todo más difícil porque ha venido de una manera muy abrupta”, como asegura Pinós. Ramon, por su parte, recuerda que “somos un sector de ultimísima necesidad, pero que hemos vivido esta situación de crisis que se va repitiendo de manera cíclica. La de 2008 nos obligó a reiventarnos porque era una crisis global que golpeó muy fuerte a España. Salimos al exterior buscando nuevos mercados y creando nuevas alianzas. Ahora puedo tener un cliente en Basilea o en Nueva York”. A este respecto considera que “el mercado local no reacciona. Las administraciones tampoco se han preocupado mucho precisamente de apoyar ese mercado”. En el caso de Gothsland, la galería está ofreciendo “exposiciones a la carta”. A partir de su propio fondo, ofrece a algunos de sus clientes habituales pequeñas muestras, como es el caso de una antológica con piezas selectas del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, un artista especialmente cotizado en el extranjero.
El coronavirus también ha servido para que se acelere el replantearse las exposiciones de un formato enorme, sobre todo las programadas por las grandes instituciones. “Es insostenible ese modelo de grandes exposiciones temporales que viajan. Ese movimiento de obras hacía mucho tiempo que debía revisarse y el covid-19 lo ha acelerado. Los coleccionistas también han empezado a cansarse de dejar una obra de su propiedad para que esté durante un año recorriendo el mundo”, reflexiona Artur Ramon. El punto de vista de Gabriel Pinós quien considera que “se han acabado los “blockbusters”. Por logística y seguridad son muy difíciles de llevar a cabo en estos tiempos”.
¿Es el futuro digital para las galerías de arte? Sí, aunque los clientes seguirán yendo para apreciar las obras únicas, aquellas pinturas de maestros como Picasso, Dalí o Miró. La Fundación Arte y Mecenazgo, en uno de sus últimos informes, establecía que el 58 por ciento de las exposiciones que se hacían en todo el mundo, eran fruto del trabajo de estas galerías. “A diferencia de lo que sucedió en la anterior crisis que fue una ruptura de la fórmula capitalista, ahora hemos dejado de poner gasolina. Cuando nos dejen la recuperación será más rápida. Vendrá algo parecido a unos locos años veinte”, concluye con optimismo Artur Ramon.