Paisaje con figuras

30.10.2019

LA VANGUARDIA | Opinión

El poeta Àlex Susanna acaba de publicar, en Proa, un dietario espléndido. Se titula como este artículo: un título no demasiado original, pero sí muy adecuado a la materia de la obra, que se lee con auténtica fruición. “Vivimos en un estado mental de cierta penumbra, y sólo de vez en cuando la realidad se deja observar con todo detalle”. En el libro, esto ocurre, sobre todo, en las magníficas descripciones de paisaje. Tres paisajes, en especial: el pirenaico de Queralbs, el del Penedès y el del Matarranya. Las primeras páginas ya son una invitación a lo que nos espera: un texto sobre el silencio en la alta montaña (“un denso silencio que no deja de manar”) y el descubrimiento de la vida en la adolescencia. Me recordaron uno de los títulos que prefiero de Miquel Desclot, Muntanyes relegades.

El grueso de la experiencia narrada corresponde al año 2018. Por eso el autor nos ofrece su opinión sobre la política nacional reciente, una visión crítica desde el independentismo: “En ocasiones tengo la impresión de que nosotros solitos nos vamos a pique”. Son días de “ensañamiento, vejación, humillación” para los que creemos que la Constitución española no es un texto sagrado. Susanna no deja de lamentar el papel irrelevante que políticos y gestores reservan a la cultura. Y no sólo aquí, sino también en países de gran tradición cultural como Francia.

Hay jugosas reflexiones sobre comida y, más aún, sobre vinos. Sobre pintura y arte en general. Y, cómo no, sobre el misterio de la voz poética. Me gusta la relectura que hace de J.V. Foix y la lectura de Basho. Hay un buen puñado de retratados: J.F. Yvars, Màrius Sampere, Robert Saladrigas, Miquel Barceló, Antoni Cayrol, Artur Ramon… Y el padre del autor, en sus horas postremas. Valiosas aportaciones sobre los estilos de Foix y Dalí, que querían “que lo que nos puede parecer más irreal nos convenza de su razón de ser”. O sobre la envidia de Pla ante Sagarra y Gaziel. Sin embargo, mi predilección se decanta por los apuntes del natural. Como un texto sobre las variedades del verde o dos sobre la nieve. O este otro, en que las dos perras del poeta se arrojan a una balsa: “Una lo hace con la energía desbocada de un adolescente y la otra, de una manera sigilosa y delicada, no vaya a ser que fuera a lastimarse”.

 

Jordi Llavina