The Microcosm of London (1808), un grabado de la sala de subastas Christie’s.
¿Os creéis que comprar arte en una subasta es fácil?
Pues os equivocáis. Artur Ramon, que es un especialista en la materia, os da diez consejos básicos para, por los menos, no hacer el ridículo en una subasta de arte.
1. Los famas no deberian hacer de cronopios.
Muchos famas-clientes creen que el trabajo de los anticuarios-cronopios es muy fácil. Van a cazar a una subasta y salen con la pieza. El descubrimiento es casi inmediato: como en un féliz truco de magia asoma el conejo desde el interior de una chistera. Y entonces van los famas y, llevados por esta distorsión de la realidad engendrada en la comparación y la prepotencia, se disfrazan de cronopios y hacen un trabajo que nos les pertenece. Intrusos profesionales que no quieren que los cronopios ganemos ni un centimo de euro porqué ellos son tan o más listos que nosotros. El problema está en que si los cronopios nos equivocamos a menudo, ellos tienen muchas más posibilidades de fracasar por la simple razón que no han educado aún el ojo, ni han adquirido experiencia: pura estadística.
Todos soñamos con encontrar el Caravaggio perdido en la segunda Guerra Mundial o descubrir en un retrato de caballero sucio que encontramos en una casa antigua un maravilloso Velázquez o que de una subasta de barrio aparezca un Goya. No se equivoquen, esto pasa con suerte una vez en la carrera de un cronopio. Mucho más complicado es que esto le pase a un fama. Entonces compran en la subasta un cuadro enmascarado por los barnices antiguos pensando que es una masterpiece y cuando llega a la manos del restaurador parece que es una copia o un falso y se derrite como un helado en pleno verano. Les está bien merecido. que se dediquen a ganar dinero en la banca y dejen los cuadros a los cronopios que de ellos vivimos, bastante bien, pero peor que los famas.
3. Los expertos no son dioses.
Hay que consultar a los expertos, especialmente a los que han dedicado una vida a estudiar un artista y no hacer caso de los que certifican toda la historia del arte a cambio de unos miles de euros. Pero los expertos son humanos, no son dioses. Ellos no estaban allí cuando el artista pintó el cuadro y una atribución és una aproximación, una sugerencia, una idea. Es bueno saber qué piensan pero es peligroso creerlos a piesjuntillas porqué pueden equivocarse llevados por la fantasía envolvente del ego. Y si compras y luego se desdicen, tu vas a pagar la factura y quedarte con la obra mientras ellos acostumbran a mirar a otra parte, silvando. En nuestro mercado abundan los gurus visuales más que en otros sitios, avaladores del prestigio profesional. ¿Por qué?. Cuando no hay cultura visual se necesitan guías.
4. Mira las obras dos veces.
Mi abuelo me decía que hay que ver las obras al menos dos veces. Si la segunda vez te gusta igual o más que la primera hay que comprar, si te gusta menos dejarla pasar. En el lote que nos gusta en una subasta es aconsejable aplicar este criterio. Pujar es un acto compulsivo de posesión llevado por un enamoramiento. Hay que ver las cosas dos veces pero a veces disimular porqué los que trabajan allí son como agentes del FBI y siempre te espian. Me pasó recientemente. Miré un cuadro con lupa dos veces y curiosamente subió más de lo previsible. Ahora mando espias que me envian lo que ven por Facetime como hacen los chinos en el Louvre y así miro a través de sus ojos pero, al menos, no me utilizan.
5. Nunca aceptar alcohol.
En algunas casas de ventas españolas hay la curiosa tendencia de dar una copita de cava ( el champagne francés es demasiado caro) cuando uno entra antes de que comience la subasta, practica que no he visto en otras casas internacionales donde no te ofrecen ni agua. Es mejor rechazar el alcohol no porqué puedan hacerte un control al salir sinó porqué bebido uno puja lo que no quiere pujar. Te puedes equivocar y comprar un tresillo alfonsino cuando querías comprar una alfombra persa porqué has perdido el catálogo. O puedes pagar lo que no vale algo. Mejor abstenerse, el pujador abstemio tiene más posibilidades de triunfar que el que va un poco alegre.
6. Nunca sentarse en la primera fila.
¿Es bueno sentarse, o mejor estar de pie al final de la subasta para poder tener una vista panorámica y ver como se desarrolla la venta? Es mucho más útil aplicar la lente del gran angular que la del microscopio cuando tienes que ver el desarrollo de una venta. Una puja es un espectaculo rápido y lleno de adrenalina, es como mirar un partido de tennis. A nadie se le ocurriria sentarse tocando a la red, es mejor verlo todo desde la tribuna donde te das cuenta de quien puja, contra quien, quien compra y quien se ha hecho el chulo y va de farol y cuando llega el momento de la verdad se raja y no levanta la mano.
7. Esperar a pujar.
El pujador inexperto comienza a pujar al principio como si tuviese prisa por acabar la venta. Una subasta es como un salmo, una cadencia y no es un grito aunque quisieramos que se acabase antes y ganasemos la pieza. Es mejor esperar y entrar al final cuando llegan las dudas, cuando los precios se hacen grandes y redondos. Uno mira, comprende el ritmo de la venta, se espera y cuando entra el silencio de la duda, puja. Pujar es cazar y hay que esperar el momento, ni antes, ni después. Pujar es como practicar el sexo (renuncio al eufemismo cursi y al verbo vulgar) y con la edad uno aprende y domima bien los tiempos.
8. No levantar la mano como si fuese a coger un taxi.
Hay algunos pujadores inexpertos o egocentricos (o las dos cosas a la vez) que pujan con grandes espavientos y movimientos de la mano. Pujar no es coger un taxi. Se trata de levantar levemente el boligrafo en plena comunicación visual con el subastador y hacer pequeños movimientos que el comprenderá perfectamente y que otros no verán. Es más eficaz que irrumpir como un portero de balonmano en medio de la sala. Por la forma de pujar te juzgaran y enseguida sabran si eres un cronopio profesional o el típico fama parvenu.
9. No levantarse mientrás se subasta.
Los que no saben tienden a levantarse en medio de una puja porque ha dejado de interesarles la subasta. Los cronocopios que nos hemos formados en las mejores salas de Mayfair preferimos siempre levantarnos en el intervalo que hay entre lote y lote para no distraer la venta. Es un simple recurso de empatía y de fair-play que se agradece. No hay nada más incomodo que dejar pasar a alguien que llega tarde cuando estás comodamente sentado, el cual no acostumbra a darte les gracias. Me molesta hacerlo en el cine y en el teatro, también en el Camp Nou, y aún más en una prestigiosa casa de ventas.
10. Nunca aplaudir.
Aplaudir al acabar una puja es como hacerlo cuando aterrizas. una horterada. Mejor sonreir discretamente (reir fuerte es una manera desgradablemente sonora de aplaudir) y mirar con admiración a la princesa katarí que se acaba de comprar un Cezanne por lo que vale un avión de combate F-19. Aplaudir es una manera ruda de mostrar estupefacción o asombro y el cronopio profesional curtido en muchas subhastas siempre hace ver que un espectaculo así lo ve todos los días, algo natural, que no le impresiona, vaya. Dejemos a los famas que aplaudan y muestren lo que son: puros intrusos invitados a un mundo que no les pertenece.